Manuel, de personalidad alegre y extrovertida, siempre fue un apasionado de los deportes desde niño. Disfrutaba viendo a los atletas correr en la televisión, lo que le divertía enormemente. Se imaginaba compitiendo, superando a los demás corredores y cruzando la línea de meta antes que nadie. Cuando visitaba a sus primos, jugaba a las carreras, y en la mayoría de las ocasiones, les ganaba. A los doce años, su padre lo inscribió en un club para aprender la técnica del atletismo.
Era la mañana del 27 de marzo, y tanto él como su padre estaban emocionados porque Manuel tenía un torneo ese día. Se había preparado durante mucho tiempo y se sentía listo para ganar. Sin embargo, un automóvil que venía en dirección contraria se cruzó a toda velocidad y de manera descontrolada hacia su coche. Su padre intentó maniobrar para evitar la colisión, pero fue demasiado tarde. Ambos resultaron gravemente heridos en el accidente.
Manuel quedó con la pierna derecha fracturada y en muy mal estado. Al llegar al hospital, el doctor dictaminó que era necesario amputar esa extremidad, ya que, de lo contrario, su salud empeoraría. A pesar de quedar en situación de discapacidad, el joven nunca se dio por vencido ni dejó de perseguir su sueño de ser un atleta ganador. Buscó la manera de alcanzar su objetivo principal, y sus seres queridos siempre estuvieron a su lado para apoyarlo.
Para su cumpleaños dieciséis, su familia le tenía preparada una sorpresa: habían estado ahorrando para comprarle una prótesis. Manuel se llenó de alegría al recibir el regalo, sabiendo que podía volver a correr y sentir la libertad que le brindaba ese deporte.
Practicó durante mucho tiempo y recuperó su capacidad deportiva. Estaba listo para competir. El día de la contienda, estaba nervioso, pero confiaba en sí mismo. Cuando sonó el silbato, salió a toda velocidad y se puso al frente, pero los demás competidores lo rebasaron en un instante, dejándolo fuera del primer lugar. No se rindió, ya que sabía que el esfuerzo y la dedicación lo significaban todo, y que esta experiencia le ayudaría a aprender de sus errores.
En la actualidad, Manuel continúa corriendo y compitiendo, demostrando su determinación al hacer lo que más le gusta. Es un ejemplo inspirador de lo que se puede lograr con perseverancia, valor y un fuerte espíritu de superación. Mi padre solía contarme esta historia cuando era pequeño, inspirándome a alcanzar lo que me propusiera.
Esta es solo una de las muchas historias motivadoras de personas con discapacidad. Es fundamental destacar que son individuos con habilidades únicas y valiosas, que pueden contribuir de manera significativa a la sociedad, a pesar de los múltiples retos que enfrentan a diario. Es importante trabajar juntos para eliminar barreras y crear un entorno más inclusivo y equitativo, en el que todos tengan la oportunidad de alcanzar su máximo potencial.
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